Los caníbales de Maarat.
Este poeta ciego,
librepensador, había osado criticar las costumbres de su época, haciendo caso
omiso de las prohibiciones. Hacía falta atrevimiento para escribir:
“Los habitantes de
la tierra se dividen en dos, los que tienen cerebro pero no religión, y los que
tienen religión pero no cerebro”.
Cuarenta años después de su muerte, un
fanatismo llegado de lejos iba a darle aparentemente la razón al hijo de
Maarat, tanto en su falta de religiosidad como en su legendario pesimismo:
“El destino nos destroza como si fuéramos de cristal, y
nuestros pedazos nunca más vuelven a unirse”.
Capítulo 3. Libro "Las cruzadas vistas por los árabes". De Amin Maalouf (Líbano, 1949). Alianza Editorial 1989.
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