Conclusiones



Espacio para compartir las teorías psicológicas que llevamos dentro...

Psicología, Sexología, Salud, Educación, Filosofía, Opinión, Comunicación, Divulgación, Humor, Política, "Mascotas"...





Las notas... de clase

Yo nunca he sido buena estudiante, principalmente porque no me gusta estudiar, ea, y porque no me gustan los exámenes (a quién?), es más, los exámenes siempre me han estresado. No me gusta tener que hacer trabajos, resúmenes, esquemas, y estudiar como un papagayo. A clase iba a pasar el rato, como mucho me han interesado las asignaturas que entendía, y las que el profesor o profesora proponía algo más o menos interesante. Y no me ha ido nunca al salir de clase el ponerme a estudiar, lo que quería era despejarme de libros y apuntes. Pero mira, yo soy de las que han ido a clase, y en mi casa pasaba los apuntes a limpio. Y, bueno, un par de semanas antes de los exámenes, a estudiar corriendo corriendo. Nunca he podido confiar en mi memoria, por lo que lo del papagayo poco: o entendía lo que estudiaba, o no se me quedaba. Así que, imaginaos lo que mi cerebro podía retener: prácticamente nada porque lo que se estudia en general son datos y de entender hay poca materia… Y por inercia, me saqué la EGB, el BUP, el COU y la selectividad. Vamos, llegué a la selectividad acojoná, pero la nota fue suficiente como para entrar en Psicología. Y que sepáis que la Universidad es otro rollo. Ahí hay que estudiar. A ver, antes también, pero la Universidad ya es más a saco. Ya no es inercia, es dedicación. Yo no me he pasado la carrera en la cafetería, yo iba a clase, así tenía algo medio hecho, que es el haber escuchado los temas. Aunque depende de la clase, porque te ves a ese profe hablando de todo menos de lo que entra pa examen, y eso sienta mu mal al alumno. También recuerdo que un profesor me cogió manía porque yo soy de las que hacen preguntas en clase, que me beneficio yo porque me aclaro contenido y se beneficia el resto de alumnos que están igual de perdidos que tú pero no preguntan (eso es porque son papagayos y confían en su memoria de estudiar sin entender), y el hombre, el profesor, pues no parecía muy resuelto en la materia, pero yo lo que le dije es que yo no iba a clase para luego irme a mi casa llena de dudas (ahí es cuando me cogió manía). Hubo un poco de todo: el susodicho profe que te coge manía, las asignaturas en las que sacas buenas notas porque te lo curras, la asignatura que suspendes y que ni vas a revisión porque sabes que te salió una patata de examen y por vergüenza entiendes que estudiarás más y mejor la próxima vez, y la profe que te pone un 4’9 y a esa sí que vas a revisión pero la mujer te deja la asignatura para septiembre. Finalmente, me licencié. Y volé lejos de las aulas. Y resulta que es el lugar del eterno retorno. Una vez que has comenzado la andadura de los estudios, ya no paras, porque tener una carrera no es nada. Luego es especializarte, actualizarte y remasterizarte. Ok. Y después de tanto tiempo, los años pasan y no perdonan, volví a las aulas, volví a ser universitaria. Mi primer master (el de sexología) no me dio tiempo a estresarme porque no fue intenso, me refiero a contenido de temas y el horario, porque las clases eran una vez al mes, sí fue intenso en emociones y relaciones, que siempre hay que estar cayendo bien y yo caigo mu mal, pero bueno, en cuanto a estudiar, ok, el temario ok, te organizas y lo sacas. Mi segundo master (el nuevo CAP), es el que acabo de finalizar. Éste sí que ha sido intenso en todo: en emociones y relaciones porque no aprendí a pasar de todo, y en temas y horario, que las clases han sido de lunes a viernes. En concreto, lo de intenso en emociones y relaciones tiene que ver con el ámbito en el que nos estamos moviendo: como alumna, te relacionas con el resto de alumnado que son tus compis de clase, y te relacionas con el profesorado, que son los que te ponen la nota. Efectivamente: a quién hay que caer bien? jejeje, no se puede caer bien a todo el mundo, y yo que me creo tan maja, voy de guay con compis y profes, y no se puede tener todo. O te sientes profundamente alumna y velas por los intereses tuyos y los de tus compis y abres la bocaza y el profesorado te coge manía, o pasas de tus compis y te centras en el contenido, estudios y conocer al profesorado para saber qué piden. Insisto, quién pone la nota? Pues está claro, no? Y en cuanto a temas y horario, pues ya os digo, el masterCAP ha sido mi vida durante un año. Y resulta que no es el típico master que hay uno o dos exámenes y que te lo sacas, aunque haya que hacer trabajos y tesina, al fin y al cabo, algo hay que hacer, sino que aquí, en el masterCAP éste, ha habido asignaturas y notas. He contado que no me gusta estudiar, por lo que, mi preocupación en cuanto a notas ha sido por lo menos no ver un 4’9. Para mí, el 5 ha sido siempre motivo de celebración. Sonaba la flauta ;-) Pero debe ser que con la edad, te vas dando cuenta de que las notas cuentan. Y vamos a lo de siempre: es que somos muchos, y por una décima te quedas fuera. La vida es un gran embudo; de hecho, se me ha quedado cara de embudo con tanto requisito y prerrequisito. Total, que me he preocupado. Pero habíamos quedado en que la chiquilla (yo) no había aprendido a pasar de todo, y preocuparse más no pasar de todo es una combinación explosiva. Puedes preocuparte, pero pasar, y ahí queda todo. Pero las dos cosas, puerto equivocado. El mejor ejemplo es que veáis la peli “Il divo”: el hombre, un político, se preocupa, se cabrea, pero él sólo y en su casa, y luego sale a la calle como si nada. Para mí, desde luego, y a partir de ya, se ha convertido en un buen referente. Estoy harta de vivir en mis propias carnes el preocuparme y el no pasar de todo, que los disgustos me los llevo yo solita. Cuando resulta que me he encontrado en este nuestro querido masterCAP con un pie en el alumnado y otro pie en el profesorado. Seguramente tenga que ver con que yo ya era así, pero es que además, he tenido la oportunidad, vaya por dios, de estar en el lado del profesorado, y he llegado a ser la profe mala porque pedía a los adolescentes alumnos que hicieran los ejercicios en clase… En fin. Pues mira por dónde, me ha jodido ver una nota baja en una de las asignaturas del master. Hay unos criterios de evaluación, que tranquilamente una va a revisión para que el profesor de turno te los explique. Hay ocasiones en las que sales de su despacho entendiendo tu 7’7, lo cual refleja que hablando se entiende la gente. Pero en otras ocasiones, no entiendes tu 6’6. Y los criterios de la profesora de turno son inamovibles. También es cierto que en este país cuesta bastante rectificar: una vez que se ha tomado una decisión, es muy difícil cambiarla. Lo del sentido crítico y lo de la reflexión es algo que parece ser que va en contra de uno mismo. Me permito el lujo de cuestionar el comportamiento de una profesora porque el sentido crítico me lo aplico primero yo a mi misma, lo que me da derecho a aplicarlo al mundo que me rodea. Sin embargo, funcionar así es una equivocación. El sentido crítico, que es como el sentido común, pues para mí misma, verdad? Ah, amigo, es que los profesores no se equivocan? Si hay una posibilidad entre un millón de que mi nota se reconsidere y cambie, como alumna he de “preocuparme”, teniendo en cuenta el embudo. Por qué me tengo que comer con patatas un 6’6 cuando podría tener un 7? por ejemplo. Todo va de no haber entendido lo que pedía la profesora, pero es que ningún alumno lo entendió. Entonces, el 6’6 no es mío, es del profesorado. Ole ole. Pero claro, eso explícaselo al embudo. Aquí podemos entendernos los unos a los otros: yo debí preguntar, pero la profesora también podía haberse expresado mejor. Vamos, que si no tengo el 10 es porque no pregunté, no porque la profe no se expresó mejor. La culpa es mía seguro. Y digo yo, las revisiones de exámenes, para qué están? Me va a demostrar el profesorado que es capaz de ser flexible? O con lo que se va a encontrar el alumno es, no con una piedra en el camino, sino con una roca? Sinceramente, me da la impresión de que la vida te enseña a ser fría, calculadora, parecer una cosa y ser otra (no es necesario ser sincera), y que es un tablero de ajedrez nada motivante ni enriquecedor. A mala hora como alumna me creí pertenecer a un grupo de alumnos, y a mala hora me topé con profesores que confunden el plural con el singular (lo de "es que vosotros los alumnos", y yo sólo soy una, pero bueno). Cada uno va a la suya. Yo, también, por lo menos aquí en el blog. Por experiencia como alumna y profesora y como persona que hasta ahora no pasaba de todo…: Como alumno, no te sientas profundamente alumno que tampoco hace falta ir reivindicándolo todo. Como profesor, tampoco te sientas profundamente profesor, que siempre va a ser más esperanzador dar alegrías. Y luego resulta que la vida es un pañuelo, y cuidao, que con los compis alumnos que no conectaste se hacen los locos, cuando es mucho más sencillo conectar en que no conectas, pero bueno, y con los que creías que habías conectado, tampoco te hagas ilusiones que depende del contexto, y con los profes, nunca sabes luego dónde te los puedes volver a encontrar. Si fuera en un pub, ya sea como alumno o como profe, va y parece que la vida es igual de estresante para todos, va a ser que majos somos todos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El sol y el viento
me están dando lecciones,
de cómo sepultar las pasiones
en las cristalinas aguas del riachuelo.
Yo respeto a mis profesores,
pero prefiero ocultar
mis pasiones en la noche,
para que cabalguen en una estrella fugaz,
si se desintegran en la noche
el viento las empujará
como polvo esteril del desierto
que las sepulten en el mar.

El ninño de la bola

Iracy dijo...

Anónimo, somos polvo en el tiempo. Es más difícil aprender que enseñar... Me encantó tu poesía, mi niño, niño de la bola ;-)