Conclusiones



Espacio para compartir las teorías psicológicas que llevamos dentro...

Psicología, Sexología, Salud, Educación, Filosofía, Opinión, Comunicación, Divulgación, Humor, Política, "Mascotas"...





A pesar de todo y sin embargo

La siguiente historia es más fácil de escribir que de leer. Está contada de una manera muy explícita, y eso no siempre es de agradecer. Pero me atrevo a decir, que en algún momento de nuestras vidas, todos hemos dicho las cosas como nos salía del alma... Comienza así...: “Mandar a la mierda” es una expresión bastante ilustrativa. Incluso se le podría decir a alguien que una vez en ella, en la mierda, ni siquiera las moscas se posarían, es decir, decirle a alguien que no tiene nada aprovechable, que no es provechoso en el planeta. Sería subjetivo, claro, porque para alguien serás una pérdida de tiempo, pero para otra persona serás el destino. Pero desde el punto de vista del que manda a tomar viento, que a éste uno le parezca un moco y que a otro le parezca el no va más, es que, ese otro alguien al que le parece el mundo, no tiene ningún criterio, nada de credibilidad, o tiene la percepción alterada, o es que no sabe que el anterior alguien es una mierda porque sencillamente esa mierda de persona no ha mostrado su lado oscuro, y así, cualquiera, vamos, para cualquiera puedes ser el mundo. Enseña tu mierda, y a ver quién permanece a tu lado. Sí, los que no tienen olfato, ni vista, ni tacto, ni gusto, ni oído. Puag. También es verdad que mandar a la mierda a lo que ya era una mierda, tampoco tiene mucho mérito. En ocasiones, es que no sabías que la persona en concreto lo era, seguramente porque eso es algo que se va averiguando: uno no va enseñando sus cosicas ná más llegar. Y otras veces, es que no lo querías ver, no podías verlo, porque te entretuviste valorando lo positivo, y no hiciste un justo balance de las cosas… O porque en un momento dado pesa más lo xaxi que lo xungo. Pues básicamente, todo tiene que ver con el aprendizaje. Uno va haciendo equilibrios entre lo positivo y lo negativo de las personas. Luego ya, quizás viste que te iba mejor quedándote con lo positivo y obviando lo negativo, o quizás viste que te iba mejor averiguando cuán negativo estabas dispuesto a soportar y entonces, inevitablemente, descartar y seguir buscando lo positivo, en otra persona, y vuelta a empezar. Vale, sí, me parezco a la segunda descripción. Es que, a mi, siempre me resultó cuestionable el ir obviando las cacotas de la gente. A ver, yo trato de enseñar mi lado bonico, qué hace la gente despreocupándose por no tener un poco de miramiento? O es que hay personas acostumbradas a ir pensando que los demás estamos para ir mirando para otro lado? Claro, como suele ser esa la conclusión, o el comienzo de la convivencia, o más aún, la civilización, el mirar para otro lado (porque si no, ya nos hubiéramos mandado todos a la mierda) pues es casi un hecho que la vida sea eso. Por tanto, el mal acostumbrado es el que se cree que cada uno es responsable de su caquita, de su metedura de patita, y que aprenderá y no lo hará más, que si vas tú a decirle que se ha cagao fuera del tiesto, no se lo va a tomar a mal, incluso pensará qué suerte tuvo al encontrarte que estás ahí para decirle que meter la pata la metemos todos, pero que se puede sacar y no volverla a meter… Sísísí. También puede ser que el que apuntó fuera del orinal, se vio sintiéndose mu mal no porque todos cometemos errores, sino porque su error fue castigado y no comprendido, por lo que acaba meándose fuera del orinal ya sólo por joder, y creer que esa conducta sí que será comprendida, por quienes miran para otro lado, por lo que, al final, ni siquiera hace falta mear dentro del orinal… Y entonces llego yo para decir: pero es que no quieres hacer las cosas bien? no quieres hacer pipí donde toca? y sin salpicar y eso (mejorar la técnica, yo te enseño, jejeje), y resulta que la respuesta está en cómo le funciona a uno, y es que, si te va bien si los demás te comprenden, para qué habría que hacer canasta? Hacer las cosas bien, qué quiere decir? Precisamente, si yo no me diera cuenta (mirara para otro lado) cuando algo no se hace bien, no habría cosa mal hecha que subsanar, al fin y al cabo, es mía la percepción, por seguir con la metáfora, “dentro” y “fuera” del orinal, pues puede llegar alguien y decir: “estará fuera del orinal, pero está dentro del ratio razonable”… Es como lo de una mierda pinchada en un palo: habrá quien lo llame “mierda pinchada en un palo”, y habrá quien lo llame arte. Pues sí: a pesar de que eres una mierda pinchada en un palo, sin embargo, eres arte. Así se podrá entender que ya no es que una persona no te valore y otra persona sí te valore, sino que una misma persona te valorará y no te valorará. Sería lo suyo, pues todos tenemos nuestras virtudes y nuestros defectos. Lo que pasa, es que, lo que suele ocurrir, es esa balanza: si te valora más de lo que no te valora, se instalará a tu lado; si no valorarte pesa más que lo que valoraría de ti, pues se pira. En principio no todo vale, desde mi punto de vista, lo cual ya me lleva a sesgar esta historia. Si pensara que todo vale, prácticamente me pasaría la vida mirando para la luna, y creyéndome que la vida es eso: el resplandor de la luna llena. Total, es una forma como cualquier otra de engañarse. El quedarse con lo guay y rechazar lo feo, también es desvirtuar… Habíamos quedado en que todos tenemos virtudes y defectos. No querría parecer yo que, en todo caso, me permito la licencia de rechazar lo feo por lo bella que me creo. Ni voy a decir “puff, con los defectos que yo tengo”, y que ni yo misma me lo crea. Eso se llama arrogancia, presunción, prepotencia, puff, feo feo. Quizás, cuanto más me veo que prescindiría de lo feo, menos detestable me encuentro a mi misma: mi voluntad de hacer de la vida un lugar más deseable, es por querer ser mejor persona cada vez, y tratar de no ir enseñando mi lado tenebroso. Esa buena voluntad, me aleja de creerme ser dios, que todo lo puede y los demás pecan en sus faltas (de gusto, de miramiento, de respeto, de educación, de saber estar, de felicidad…), pero me acerco peligrosamente a la rebeldía. No se puede estar detrás de cada ser humano y su cacota, diciéndole que aprenda y que se motive en hacer lo que hacen los gatos o los perros después de… Acabarán por echarte en cara que es una misma la que tiene que ir con la bolsita y recoger, si me molesta, lo que se supone que les sobra, o habrá quien te diga que caga flores. Normalmente pasa que ellos solos se van, se marchan o te echan, y se llama incompatibilidad de caracteres, o no encajar. Y piensas, “es que hasta aquí llegué, no me han valorado, y debe ser que me espera algo mejor”. Presumiblemente sí, pues si no han llegado a captar la idea, mejor es no estar ahí explicándote… Ves? si hubieras mirado para otro lado, no se te quedaría cara de circunstancia. Y constantemente hay que estar aplicando la sabiduría popular: “ver, oír, y callar”. Qué lástima, ups, perdón, me salió la rebelde pero ya en plan triste. Un planteamiento que hace de la vida una guerra, llevándote un disgusto por la derrota en la batalla. No voy a ganar la guerra (en el trabajo, en la familia, en la pareja, en la ventanilla, con los vecinos…) porque no sé convencer de mi valía. Seré siempre un espantapájaros… No queremos eso, verdad? no puede acabar la historia así. Tampoco está mal, todo el campo para mí, y un epitafio que diga “es que no me hacéis caso, no todo el campo es orégano”. Bueno, teniendo en cuenta que lo que se quiso siempre es hacer las cosas bien, pues no va una a complicarse la vida que ya es compleja ;-) Si una tiene un especial morbo por ver el grano en lugar de la peca, el morbo del otro puede consistir en meterte el dedo en el ojo, así que, una puede saber cuál es su especialidad, pero nunca puedes saber cuál es la especialidad del otro. Ya sólo por eso, conviene recapitular. Partimos de lo siguiente: Si la cabra tira al monte, una va a seguir con la inspiración de ver lo que no hay que ver, u oír lo que no hay que oír, o decir lo que hay que callar. En lo más crudo de las entrañas uno sabe, jeje, que casi no va a ser posible subirse al carro del camino de la nada, porque no es así cómo se sabe que no todo vale. No querría confundir una mierda pinchada en un palo con el arte. Ahora bien, y a dónde queremos llegar: al a pesar de todo y sin embargo. Y es entonces cuando la rebeldía da paso al conocimiento. Y no es confundir conocimiento con conformismo, sumisión, ni creer que mirar para otro lado es sabiduría. Personalmente, la rebeldía me ha hecho equivocarme, pero no en llamar las cosas como no son. Eso es lo que una se lleva, y lo que haces es conocer a modo de información que obtienes de los demás. Son simples datos, y ya no te paras a averiguar si es que es una mierda pinchada en un palo o arte, seleccionando según sople el viento, sino que son las dos cosas, o las tres: por separado, por llamar a las cosas por su nombre, y, juntas, porque es el todo lo que coges o dejas. En matemáticas, uno más uno son dos, y nadie dice nada. Pues aquí lo mismo: uno más uno son tres.

4 comentarios:

Pepe dijo...

Hola Iracy!
Creo que tienes razón en varias cosas: primero, en que seguramente a ti te habrá resultado más fácil escribirlo que a mi leerlo... (cortito que es uno, eso ya no tiene enmienda); segundo, en que nos pasamos la vida invirtiendo tiempo (y salud mental) en conocer a los demás, nos interesen de verdad o no, y muchas veces para llegar a la conclusión de que no valen la pena (o no valen una mierda... a elegir), pero así vamos completando la colección (entomología social: miramos la mariposilla entre nuestros dedos hasta que, llegado el momento le clavamos el alfiler y hala, a la vitrina a coger polvo) o nuestra particular enciclopedia vital. Hasta ahí de acuerdo, pero solemos olvidarnos de algo: todas esas aportaciones nos van alterando en nuestra personalidad, para bien o para mal (si es que existen estos terminos en la realidad) y el problema es que nuestra evolución no se hace en base a una idea predeterminada, sino a las aportaciones de excrecencias de lo que nos rodea: a veces la cagamos y ni siquiera somos conscientes de ello. Siempre estamos a un paso (o menos) de ser una mierda, aunque no consigamos tener olfato para detectarlo. Y es entonces cuando valoras que alguien te ponga las peras al cuarto, y volver a empezar a cagarla de nuevo, hasta diñarla (valga la redundancia). En fin, no tengo el día muy luminoso que se diga...
Ya hablaremos!

Iracy dijo...

jaja, sí, claro, reconozco que tengo un rollo… soy consciente de que, lo que escribo, hay que leerlo tres veces, así que, no sos vos, soy yo ;-) Me ha hecho gracia lo de la mariposilla, también es bastante ilustrativo. Pues sí, nuestra vida tiene lugar en tanto que nos relacionamos con los demás, y unas veces somos nosotros los que resultamos estar a un paso (o menos) de ser una mierda, es genial cómo lo has dicho, y otras veces son los demás los que son poco atractivos. Lo que ocurre, es que me sobrevuela la idea de que todos somos potencialmente una mierda, todos tenemos nuestro lado feo, y hay quien tiene esa parte oculta, y otros que te la enseñan nada más llegar. Preferiría que permaneciera oculta, pero no en plan “sorpresa!”, sino que, realmente, nunca hizo falta mostrarla. No es necesario ser tan sincero... Si sucede que enseñas tu lado feo, tienes que pararte a tratar de darte cuenta de que la vida es más amable si lo que enseñas es tu lado bonito. Puede ocurrir que salga tu lado feo accidentalmente, pero entonces no sería exactamente lo que te iba a describir, pues, total, todos tenemos esa zona gris, y depende de lo que estemos hablando. Pero si es ya algo que con frecuencia ofreces tu parte sospechosa, pienso yo, que quién iba a querer estar a tu lado. También es cierto que, quizás, lo que quieras, es espantar al personal. De todas formas, ya sea queriendo, o sin querer, cada uno se posiciona en el mundo como prácticamente le da la gana, y la gente viene y va, y uno mismo entra y sale de la vida de la gente. Valoras, te valoran, o no valoras, o no te valoran. Pero si todos somos potencialmente rechazables, también somos potencialmente admirables. No creo que uno mismo sea responsable de lo que los demás le vayan mostrando, pues al igual que siempre me llamó la atención quienes sólo ven el lado bueno de la gente, también me llamó la atención que tenga que ser yo quien vaya sacando lo bueno de los demás. O tendría que plantearme creer que todo el mundo es guay, o tendría que aprender a hipnotizar a la gente para que lo sea conmigo. Sin embargo, como uno no maneja a las personas como si éstas fueran títeres (ya sería una falta de respeto ir así por la vida), habrá quien valga la pena y habrá quien no. Y, como tú dices, todo son aportaciones, quien te sonríe y quien te saca la lengua, o uno mismo que sonríe, o saca la lengua, y al final, componemos esa enciclopedia que comentas. Si según tú no estuviste luminoso, vamos, cuando lo estés, vas a deslumbrar, jejeje. Saludicos Pepe!

Anónimo dijo...

Anda! Sí hay más escritos que no había leído... Cómo trabaja tu mente!Como ando leyendo Demian, diré que todos tenemos un Abraxas dentro, un demonio y algo divino. Las dos cosas atraen y repelen, a uno mismo y a los demás. El caso es que a través del otro a veces proyectamos el lado oculto o la luz, y cómo coño se entra en una proyección o otra? A veces se nos escapa de las manos, a uno mismo y al otro. La interacción es muy compleja y simple a la vez. Se encadenan respuestas positivas y negativas, y refuerzos positivos y negativos. No sé si uso bien las terminologias pero lo que sí que sé es que las relaciones humanas son complejas y simples a la vez. Las dinámicas pasan de constructivas a destructivas en un abrir y cerrar de ojos. A veces van y otras no. Y cuando algo no funciona, quién es el que tiene que invertir las acciones para evitar las reacciones? Quién tiene la consciencia continua de evitar aquello que no quiere pero sucede? Quién puede mirar hacía otro lado y obviar ciertas cosas que le molestan? En realidad todos somos dioses de uno mismo y contemos el bien y el mal, saber dosificar en su justa medida la ración diaria para uno y los demás es la clave, pero, dónde está la llave matarile rile rile dónde está la llave matarile rile lire lon...
Hay que llegar al otro a través de uno mismo y desde el otro al uno, mucho mejor con cariño claro...

Iracy dijo...

Sí, anónimo, nuestras mentes ya descansarán cuando estemos muertos… Mientras tanto, me alegra leer tus palabras. Y, por supuesto, no importa la terminología, porque se entendió todo. Es más, está muy bien expresado. Me ha hecho gracia lo de la “conciencia continua”. Es cierto. Es como “sísísí”, pero luego, jejeje. Pues sí, “tu dios eres tú”. Uno mismo es el que sabe del bien y del mal. Otra cosa es vivir en sociedad. Precisamente, esa sociedad que te muestra el bien y el mal. Personalmente, el que tenga un lío entre el mundo interior (con los bimundos, el bien y el mal, inventando terminología), y el mundo exterior (y los bimundos), se le aclara con acciones humanitarias. De ahí que existe ese dios que es uno mismo, pero luego está Dios, y es sólo por llevarnos bien, el Bien. Si la cosa no funciona, es porque no decimos: “vamos a aprender, y a hacerlo mejor”. Sí, el “sísísí”. Cuando el lío está dentro, entre los dos mundos en el mundo interior, se va a notar igual fuera, en el exterior. Otra cosa es lo que uno cuente, o lo que quiera parecer. Ese exterior, no es mejor, porque el interior está liao liao. Y recurres al exterior, a ese Dios, para que te perdone, o para que te dé el finde libre de conciencia porque hiciste la obra buena del día, ayudar a cruzar la calle a una abuelita, como Zipi y Zape ;-) aunque no sea exactamente hacerlo bien con quien hiciste mal… Seguramente, creemos que el demonio sale a la luz sólo cuando es justo y necesario, para protegernos, y así nos protegemos de vernos malos malosos: fue por una buena causa: Yo. Y lo divino, bueno, es que, somos divinos, quién no lo es? El aguafiestas de lo divino es la depresión, pero la de verdad, no la de “estoy depre, por tu culpa, en todo caso, anímame tú, si yo te dejo, y a ver qué haces”. Esa no vale. La medida justa de las cosas, sería la solución. Pero te toca llevar la balanza en el bolsillo, y utilizarla! Bueno, pongamos, una balanza interior, y en funcionamiento a bombeo como el corazón. Así, no hay olvido posible, es automático. No tienes que estar acordándote de calcular riesgos de proyectar, o de acciones y reacciones, ni de pulsos entre el bien y el mal, un guiño como tregua. Fíjate tú, que, con no tener conciencia, se solucionaba todo: hemos dicho que vivimos en sociedad, y en ello estamos, pero se puede vivir en sociedad sin conciencia: Como no llegó a ser algo automático, tampoco pesa la balanza en el bolsillo. No es que exactamente conciencia equivalga a culpa, que tiene toda la pinta. Por eso está tan mal vista la conciencia, que hay quien no la utiliza. También se puede hacer el mal “a conciencia”, jeje. Eso sí que está feo. Y ya nos vamos acercando… conciencia y voluntad. Y si la cosa no funciona, es que nadie pone de su parte, o sólo una parte, la cual no le hará ninguna gracia, y en ese lío, el demonio se frota las manos y lo divino se lava las manos. Básicamente, lo que no hay que perder de vista, es el objetivo. La conciencia tendría que guiarnos no para ir con malabares entre el bien y el mal, sino para que seamos conscientes de cuáles son nuestros objetivos y cuáles son los de los demás…